En estos blogs encontrarán diferentes propuestas para abordar las temáticas de la educación inicial, con los recursos multimediales que ofrece la Web. No se olviden que deben seleccionar uno, realizar un informe, y enviármelo a sujatovich@gmail.com
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Los Medios en la Educación
jueves, 13 de mayo de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
viernes, 26 de marzo de 2010
viernes, 19 de marzo de 2010
Debates: medios, cultura y sociedad
Los intelectuales / George Saunders
"Internet y la TV pueden acelerar el odio y la intolerancia"
Para el escritor norteamericano, en esos medios los valores humanos están en retroceso
Miércoles 18 de noviembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Mori Ponsowy
Para LA NACION
George Saunders era un escritor de culto en los Estados Unidos hasta que su último libro de ensayos, The Braindead Megaphone (algo así como El megáfono descerebrado), salió a la luz y se convirtió, casi inmediatamente, en un best seller.
El libro desarrolla la idea que Saunders expuso en la entrevista con La Nacion: "La era de la hipercomunicación, con Internet y la televisión, puede acelerar el odio y la intolerancia". De un día para otro, este autor de cuentos y novelas que satirizan la cultura corporativa y el consumismo recibió invitaciones para ir a decenas de programas de radio y televisión... para hablar de un libro cuyo eje central es, precisamente, la creciente banalidad de la televisión norteamericana y el daño que puede causarles a los espectadores.
"Imaginemos una fiesta. Los invitados hablan sobre temas que les interesan, dan voz a sus opiniones y escuchan atentamente las de los demás -escribe Saunders al comienzo del ensayo que da título al libro-. De pronto entra un tipo con un altoparlante. No es el más inteligente de la fiesta, ni el más experimentado, ni el más articulado. Pero tiene ese megáfono." Intuitivo, informal: así es este hombre de 51 años. Saunders no es un filósofo ni se dedica a crear un pensamiento sistemático, sino un escritor y ensayista sensible que intenta transmitir los temores que el mundo actual le inspira.
-Cuando nuestros hijos sean adultos habrán visto una inmensa cantidad de asesinatos y muertes en la televisión, el cine, los videojuegos. ¿Cree que esto afectará de algún modo su sensibilidad y su relación con el prójimo?
-Me parece que debe afectarlos, ¿no cree usted? Cuando mis hijos eran pequeños, hice todo lo posible por restringir la cantidad de violencia que veían. Luego, mi esposa y yo pensamos que los estábamos formando mal, y aflojamos las restricciones. Nunca olvidaré lo que sucedió después. Les mostramos lo que, para mí, era una película bastante inocua, Los cazadores del arca perdida . Y nuestra hija, que tendría diez años, se puso a llorar cuando vio el cadáver del ayudante de Indiana Jones. El tipo muere cuando una lanza le atraviesa el pecho. Y yo pensé: "Dios mío, le he mostrado adrede un asesinato a mi hija como si no fuera gran cosa, ella reaccionó de la manera en que cualquier ser humano decente reaccionaría ante un asesinato... ¡y mientras tanto yo estaba sentado a su lado, comiendo pochoclos!"
-¿Piensa que la violencia, la política y la moral son diferentes ahora que en el pasado? ¿Qué hace, a su juicio, que nuestra época sea tan distinta de las anteriores?
-Tal vez nada haya cambiado. Pero parte de la dinámica del mundo ha sido siempre que el sector con tendencia hacia la tolerancia y la empatía ha estado diciendo "¡alerta!". Así que tenemos que seguir haciendo eso, aunque más no sea para conservar el equilibrio. Sin embargo, tengo la sensación de que nuestro increíble poder de comunicación acelera las cosas: acelera el odio, acelera la intolerancia. Tal vez esto obedezca simplemente a que el número, la frecuencia y la capacidad de seducción de nuestras comunicaciones electrónicas empiezan a opacar las comunicaciones de escala más humana. Caminamos todo el día por ahí sin prestarles atención a pequeños actos de generosidad, actos humanos, que muchas veces ocurren frente a nuestras narices. Esto nos debilita y nos hace pasivos. Cuando reviso mi e-mail , cosa que hago unas 400 veces diarias, la página de AOL siempre está ahí vociferando algo monstruoso: "¡Un hombre devoró a su propio cachorro!" "¡Asesino asesina a otro asesino!" La frecuencia y el grado de espanto son mucho más altos que en la vida real. Es una especie de retrato animado megaviolento acerca de la vida. ¿Y por qué? Por el rating.
-Usted ha escrito mucho acerca de la "falsa urgencia" de los medios norteamericanos y, sobre todo, de la televisión. En su opinión, ¿cuáles son las cosas realmente importantes de las que los medios deberían estar hablando?
-Creo que no se trata tanto de qué hablan los medios, sino de cómo lo hacen. No sé cómo son las cosas en la Argentina, pero en los Estados Unidos parece que el principal objetivo de los canales que transmiten noticias las 24 horas es dejar al espectador agitado, molesto, resentido y enojado con aquel que se percibe como "otro". ¿Y por qué? Bueno, por el rating. Esto es tremendamente cínico y no tiene nada que ver con construir un mundo mejor. Se trata, simplemente, de un entretenimiento perverso.
-No podemos legislar contra la banalidad de los medios audiovisuales, pero quizá podríamos legislar para tener una mejor educación. ¿Qué sucedería si los niños fueran advertidos sobre el poder del rating? ¿Cree que esto sería posible?
-Me parece una gran idea. En Estados Unidos, en el nivel universitario, hay algunas materias relacionadas con lo que usted plantea. Pero creo que sería bueno que también en las escuelas primarias y secundarias se hablara sobre esto. Y es que hay un arma gigantesca, millonaria, seductora y muy poderosa apuntada hacia nosotros. El propósito de esa arma es enriquecer a quienes controlan el arma. A veces esa arma parece atentar contra nuestra humanidad más básica. Así que, ¿por qué no habríamos de protegernos aprendiendo acerca del arma? Quién la controla, cómo funciona, cómo es la índole de sus distorsiones, quién se aprovecha de ella. Esto, me parece, es la base de una buena ciudadanía.
-En uno de sus ensayos, usted habla sobre la necesidad de resistir la tendencia a generalizar. ¿No es eso lo que hace la buena literatura? ¿Quizá la política sea el arte de generalizar y la literatura de lo específico?
-Me parece que tiene razón: lo específico, lo singular, es la literatura. Cuando imaginamos completamente, en detalle, nuestra tendencia a odiar a un "ellos" abstracto se desvanece. Para mí, el secreto está en tratar de recordar que la otra persona, quienquiera que sea, es muy parecida a mí. Que es casi igual que yo. Y de esto trata la literatura: de proporcionar una especie de meditación guiada hacia dentro de la cabeza de otra persona, hasta lograr que esa persona nos importe.
"Internet y la TV pueden acelerar el odio y la intolerancia"
Para el escritor norteamericano, en esos medios los valores humanos están en retroceso
Miércoles 18 de noviembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Mori Ponsowy
Para LA NACION
George Saunders era un escritor de culto en los Estados Unidos hasta que su último libro de ensayos, The Braindead Megaphone (algo así como El megáfono descerebrado), salió a la luz y se convirtió, casi inmediatamente, en un best seller.
El libro desarrolla la idea que Saunders expuso en la entrevista con La Nacion: "La era de la hipercomunicación, con Internet y la televisión, puede acelerar el odio y la intolerancia". De un día para otro, este autor de cuentos y novelas que satirizan la cultura corporativa y el consumismo recibió invitaciones para ir a decenas de programas de radio y televisión... para hablar de un libro cuyo eje central es, precisamente, la creciente banalidad de la televisión norteamericana y el daño que puede causarles a los espectadores.
"Imaginemos una fiesta. Los invitados hablan sobre temas que les interesan, dan voz a sus opiniones y escuchan atentamente las de los demás -escribe Saunders al comienzo del ensayo que da título al libro-. De pronto entra un tipo con un altoparlante. No es el más inteligente de la fiesta, ni el más experimentado, ni el más articulado. Pero tiene ese megáfono." Intuitivo, informal: así es este hombre de 51 años. Saunders no es un filósofo ni se dedica a crear un pensamiento sistemático, sino un escritor y ensayista sensible que intenta transmitir los temores que el mundo actual le inspira.
-Cuando nuestros hijos sean adultos habrán visto una inmensa cantidad de asesinatos y muertes en la televisión, el cine, los videojuegos. ¿Cree que esto afectará de algún modo su sensibilidad y su relación con el prójimo?
-Me parece que debe afectarlos, ¿no cree usted? Cuando mis hijos eran pequeños, hice todo lo posible por restringir la cantidad de violencia que veían. Luego, mi esposa y yo pensamos que los estábamos formando mal, y aflojamos las restricciones. Nunca olvidaré lo que sucedió después. Les mostramos lo que, para mí, era una película bastante inocua, Los cazadores del arca perdida . Y nuestra hija, que tendría diez años, se puso a llorar cuando vio el cadáver del ayudante de Indiana Jones. El tipo muere cuando una lanza le atraviesa el pecho. Y yo pensé: "Dios mío, le he mostrado adrede un asesinato a mi hija como si no fuera gran cosa, ella reaccionó de la manera en que cualquier ser humano decente reaccionaría ante un asesinato... ¡y mientras tanto yo estaba sentado a su lado, comiendo pochoclos!"
-¿Piensa que la violencia, la política y la moral son diferentes ahora que en el pasado? ¿Qué hace, a su juicio, que nuestra época sea tan distinta de las anteriores?
-Tal vez nada haya cambiado. Pero parte de la dinámica del mundo ha sido siempre que el sector con tendencia hacia la tolerancia y la empatía ha estado diciendo "¡alerta!". Así que tenemos que seguir haciendo eso, aunque más no sea para conservar el equilibrio. Sin embargo, tengo la sensación de que nuestro increíble poder de comunicación acelera las cosas: acelera el odio, acelera la intolerancia. Tal vez esto obedezca simplemente a que el número, la frecuencia y la capacidad de seducción de nuestras comunicaciones electrónicas empiezan a opacar las comunicaciones de escala más humana. Caminamos todo el día por ahí sin prestarles atención a pequeños actos de generosidad, actos humanos, que muchas veces ocurren frente a nuestras narices. Esto nos debilita y nos hace pasivos. Cuando reviso mi e-mail , cosa que hago unas 400 veces diarias, la página de AOL siempre está ahí vociferando algo monstruoso: "¡Un hombre devoró a su propio cachorro!" "¡Asesino asesina a otro asesino!" La frecuencia y el grado de espanto son mucho más altos que en la vida real. Es una especie de retrato animado megaviolento acerca de la vida. ¿Y por qué? Por el rating.
-Usted ha escrito mucho acerca de la "falsa urgencia" de los medios norteamericanos y, sobre todo, de la televisión. En su opinión, ¿cuáles son las cosas realmente importantes de las que los medios deberían estar hablando?
-Creo que no se trata tanto de qué hablan los medios, sino de cómo lo hacen. No sé cómo son las cosas en la Argentina, pero en los Estados Unidos parece que el principal objetivo de los canales que transmiten noticias las 24 horas es dejar al espectador agitado, molesto, resentido y enojado con aquel que se percibe como "otro". ¿Y por qué? Bueno, por el rating. Esto es tremendamente cínico y no tiene nada que ver con construir un mundo mejor. Se trata, simplemente, de un entretenimiento perverso.
-No podemos legislar contra la banalidad de los medios audiovisuales, pero quizá podríamos legislar para tener una mejor educación. ¿Qué sucedería si los niños fueran advertidos sobre el poder del rating? ¿Cree que esto sería posible?
-Me parece una gran idea. En Estados Unidos, en el nivel universitario, hay algunas materias relacionadas con lo que usted plantea. Pero creo que sería bueno que también en las escuelas primarias y secundarias se hablara sobre esto. Y es que hay un arma gigantesca, millonaria, seductora y muy poderosa apuntada hacia nosotros. El propósito de esa arma es enriquecer a quienes controlan el arma. A veces esa arma parece atentar contra nuestra humanidad más básica. Así que, ¿por qué no habríamos de protegernos aprendiendo acerca del arma? Quién la controla, cómo funciona, cómo es la índole de sus distorsiones, quién se aprovecha de ella. Esto, me parece, es la base de una buena ciudadanía.
-En uno de sus ensayos, usted habla sobre la necesidad de resistir la tendencia a generalizar. ¿No es eso lo que hace la buena literatura? ¿Quizá la política sea el arte de generalizar y la literatura de lo específico?
-Me parece que tiene razón: lo específico, lo singular, es la literatura. Cuando imaginamos completamente, en detalle, nuestra tendencia a odiar a un "ellos" abstracto se desvanece. Para mí, el secreto está en tratar de recordar que la otra persona, quienquiera que sea, es muy parecida a mí. Que es casi igual que yo. Y de esto trata la literatura: de proporcionar una especie de meditación guiada hacia dentro de la cabeza de otra persona, hasta lograr que esa persona nos importe.
miércoles, 5 de agosto de 2009
Ideas
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACION
Saber y enseñar
A partir del anuncio oficial de la creación de una señal de televisión satelital pública, Luciano Sanguinetti formula propuestas para articular la producción televisiva con la educación.
Por Luciano Sanguinetti *
El anuncio de la creación de una señal de televisión satelital pública que alcance todos los rincones del país no puede ser mirado más que con satisfacción por quienes creemos en la importancia de las comunicaciones en las sociedades democráticas y sabemos que, a pesar de que arribamos al final de la primera década del siglo XXI, hay muchos conciudadanos que todavía están, en materia de medios, viviendo en el siglo XIX. La satisfacción es aún mayor cuando el enfoque que se le pretende dar es, entre otros, el de una señal educativa que redoble los esfuerzos encomiables que se están haciendo desde el canal Encuentro.
Porque es cierto, unas de las experiencias más originales en materia televisiva se desarrolla en este canal público. La sinergia entre científicos, cineastas, pedagogos, productores de televisión, guionistas, historiadores, actores, etc., está generando propuestas de calidad, creativas y entretenidas. Lo prueba cómo se corre la voz entre los jóvenes, que generalmente despotrican contra el sistema escolar y hablan con respeto de lo que ven en esta señal, aunque los temas sean tan intrincados como el calentamiento global, la poesía de Borges o la lucha fratricida entre unitarios y federales. Que esta experiencia no tenga cabida en las otras señales televisivas abiertas (ni en los diarios impresos, convengamos) resulta una comprensible paradoja, habida cuenta de la insoportable autorreferencialidad que muestra la televisión comercial. Como si la reacción del medio ante la crisis de representación de lo real sea morderse la cola.
Ahora bien, para no hablar siempre mal del vecino, ¿hacia dónde deberíamos encauzar los esfuerzos? Pienso cuatro sugerencias:
- Articular fuertemente la nueva secundaria a las tecnologías de información y comunicación (miles de adolescentes están ingresando por primera vez al secundario y varios millones lo harán en los próximos años, ya que la Ley Nacional de Educación estableció en el 2006 la obligatoriedad de ese nivel). Los pibes nos lo están diciendo. Son nativos digitales. Nacieron en un mundo mediatizado. Internet, YouTube, Google, los blogs, el celular son su lenguaje, sus formas de sentir y de pensar.
- Desarrollar una intensa y continua campaña de capacitación para los docentes actuales, formados todavía en la ideología de la escuela sarmientina, para que aprendan la utilidad de los recursos audiovisuales, informáticos, televisivos y virtuales. Necesitamos rápidamente que la escuela se abra a los medios y los medios a la educación. El texto impreso fue el eje de la escuela moderna; los formatos multimediales, la escuela contemporánea. Pero hay una condición necesaria: la conectividad de todas las escuelas del país y producir contenidos.
- Impulsar una reforma profunda en la formación de los futuros maestros en la que las mediaciones tecnológicas de información y comunicación no sean un apéndice en las estrategias de enseñanza aprendizaje sino parte constitutiva de la cultura escolar. Aquí el aporte de las universidades puede ser valiosísimo.
- Comprometer seriamente a los ministerios de Educación de cada provincia juntamente con el nacional (que por otra parte lo viene haciendo con significativo éxito, finalmente el canal Encuentro fue una iniciativa de ese ministerio durante la gestión Filmus) a producir contenidos educativos sean estos audiovisuales, digitales o impresos. La experiencia del Programa Textos para Todos de la provincia de Buenos aires, donde se articularon imaginativamente el Estado y el sector privado, puede ser un modelo. Porque los medios importan si tenemos un mensaje.
Hago estas propuestas en un momento en el que pareciera reinar cierta confusión. Donde un hombre común puede tener 83 millones de pesos de patrimonio; cuando Martínez de Hoz vuelve a ser el apellido ilustre del anciano fundador de la Sociedad Rural y no el del responsable de la destrucción de la economía argentina y ministro de Economía de la última dictadura militar; donde un golpe de Estado puede hacerse para defender la Constitución; cuando el vencimiento del contrato de un periodista puede ser un hecho de censura pero de otro periodista no; donde un prelado diga que los preservativos no son útiles para prevenir enfermedades de transmisión sexual y que el título de muchos diarios sea que un material de capacitación docente es neomarxista; cuando después de las elecciones ninguno de los partidos políticos que asistieron a la mesa del diálogo propuso modificar la ley de radiodifusión de la última dictadura... Me detengo... Escucho que “el campo” no se puso de acuerdo con el Gobierno o que el Gobierno no se puso de acuerdo con “el campo”, como prefieran. Y pienso en ese pequeño espacio televisivo en donde se habla de Borges, de Perón, de átomos, con gente que ha dedicado su vida a estudiarlos más allá de la coyuntura con el único anhelo de saber y enseñar.
* Docente investigador. Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.
Saber y enseñar
A partir del anuncio oficial de la creación de una señal de televisión satelital pública, Luciano Sanguinetti formula propuestas para articular la producción televisiva con la educación.
Por Luciano Sanguinetti *
El anuncio de la creación de una señal de televisión satelital pública que alcance todos los rincones del país no puede ser mirado más que con satisfacción por quienes creemos en la importancia de las comunicaciones en las sociedades democráticas y sabemos que, a pesar de que arribamos al final de la primera década del siglo XXI, hay muchos conciudadanos que todavía están, en materia de medios, viviendo en el siglo XIX. La satisfacción es aún mayor cuando el enfoque que se le pretende dar es, entre otros, el de una señal educativa que redoble los esfuerzos encomiables que se están haciendo desde el canal Encuentro.
Porque es cierto, unas de las experiencias más originales en materia televisiva se desarrolla en este canal público. La sinergia entre científicos, cineastas, pedagogos, productores de televisión, guionistas, historiadores, actores, etc., está generando propuestas de calidad, creativas y entretenidas. Lo prueba cómo se corre la voz entre los jóvenes, que generalmente despotrican contra el sistema escolar y hablan con respeto de lo que ven en esta señal, aunque los temas sean tan intrincados como el calentamiento global, la poesía de Borges o la lucha fratricida entre unitarios y federales. Que esta experiencia no tenga cabida en las otras señales televisivas abiertas (ni en los diarios impresos, convengamos) resulta una comprensible paradoja, habida cuenta de la insoportable autorreferencialidad que muestra la televisión comercial. Como si la reacción del medio ante la crisis de representación de lo real sea morderse la cola.
Ahora bien, para no hablar siempre mal del vecino, ¿hacia dónde deberíamos encauzar los esfuerzos? Pienso cuatro sugerencias:
- Articular fuertemente la nueva secundaria a las tecnologías de información y comunicación (miles de adolescentes están ingresando por primera vez al secundario y varios millones lo harán en los próximos años, ya que la Ley Nacional de Educación estableció en el 2006 la obligatoriedad de ese nivel). Los pibes nos lo están diciendo. Son nativos digitales. Nacieron en un mundo mediatizado. Internet, YouTube, Google, los blogs, el celular son su lenguaje, sus formas de sentir y de pensar.
- Desarrollar una intensa y continua campaña de capacitación para los docentes actuales, formados todavía en la ideología de la escuela sarmientina, para que aprendan la utilidad de los recursos audiovisuales, informáticos, televisivos y virtuales. Necesitamos rápidamente que la escuela se abra a los medios y los medios a la educación. El texto impreso fue el eje de la escuela moderna; los formatos multimediales, la escuela contemporánea. Pero hay una condición necesaria: la conectividad de todas las escuelas del país y producir contenidos.
- Impulsar una reforma profunda en la formación de los futuros maestros en la que las mediaciones tecnológicas de información y comunicación no sean un apéndice en las estrategias de enseñanza aprendizaje sino parte constitutiva de la cultura escolar. Aquí el aporte de las universidades puede ser valiosísimo.
- Comprometer seriamente a los ministerios de Educación de cada provincia juntamente con el nacional (que por otra parte lo viene haciendo con significativo éxito, finalmente el canal Encuentro fue una iniciativa de ese ministerio durante la gestión Filmus) a producir contenidos educativos sean estos audiovisuales, digitales o impresos. La experiencia del Programa Textos para Todos de la provincia de Buenos aires, donde se articularon imaginativamente el Estado y el sector privado, puede ser un modelo. Porque los medios importan si tenemos un mensaje.
Hago estas propuestas en un momento en el que pareciera reinar cierta confusión. Donde un hombre común puede tener 83 millones de pesos de patrimonio; cuando Martínez de Hoz vuelve a ser el apellido ilustre del anciano fundador de la Sociedad Rural y no el del responsable de la destrucción de la economía argentina y ministro de Economía de la última dictadura militar; donde un golpe de Estado puede hacerse para defender la Constitución; cuando el vencimiento del contrato de un periodista puede ser un hecho de censura pero de otro periodista no; donde un prelado diga que los preservativos no son útiles para prevenir enfermedades de transmisión sexual y que el título de muchos diarios sea que un material de capacitación docente es neomarxista; cuando después de las elecciones ninguno de los partidos políticos que asistieron a la mesa del diálogo propuso modificar la ley de radiodifusión de la última dictadura... Me detengo... Escucho que “el campo” no se puso de acuerdo con el Gobierno o que el Gobierno no se puso de acuerdo con “el campo”, como prefieran. Y pienso en ese pequeño espacio televisivo en donde se habla de Borges, de Perón, de átomos, con gente que ha dedicado su vida a estudiarlos más allá de la coyuntura con el único anhelo de saber y enseñar.
* Docente investigador. Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.
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